Entre un 50% y un 70% de los niños con TDAH pueden experimentar ciertas dificultades a la hora de relacionarse con su grupo de amigos. Muchos de ellos vienen experimentando este tipo de dificultades desde la infancia y las van arrastrando hasta la adolescencia. Problemas que devienen de comportamientos negativos relacionados sobre todo con la impulsividad manifestada en situaciones informales tales como el juego o las actividades deportivas y que pueden dar lugar al rechazo y la estigmatización por parte del grupo de amigos.
La percepción de la amistad también influye a la hora de relacionarnos y, aunque no se puede aplicar ni mucho menos a la generalidad, sí se han encontrado diferencias en este tipo de percepciones entre niños con y sin TDAH, prefiriendo estos últimos a un amigo divertido y entretenido a diferencia de los primeros que prefieren un amigo que les brinde apoyo emocional y seguridad. De este modo, los niños con TDAH pueden valorar ciertas características en la amistad que pueden chocar con las valoradas con otros niños.
¿Cuales son las conductas que pueden afectar en las relaciones con el grupo de amigos?
Las dificultades en las habilidades sociales que experimentan los niños con TDAH podemos dividirlas en 3:
1º Conductas disruptivas:
Pueden demostrar comportamientos sociales inadecuados tales como la impulsividad o ciertas conductas intrusivas y experimentar dificultades en habilidades tales como la cooperación o el respeto de los turnos cuando se trata de jugar o tomar la palabra.
Por otra parte cuando se entra en un nuevo grupo de amigos la amistad se va forjando poco a poco, dando una serie de pasos a medida que la confianza vaya aumentando, y en este caso también pueden experimentar ciertos problemas si estas estrategias de entrada a un nuevo grupo avanzan más rápido de lo que la situación demanda, pues a veces el niño trata de igualar su comportamiento al resto del grupo para ser aceptado cuando no corresponde, o pueden sacar conversaciones fuera de tema por agradar y estrechar una relación que pueden ser percibidas como inapropiadas por la otra parte.
2º Resolución de conflictos:
La falta de atención puede dar lugar a malas interpretaciones sobre el comportamiento de los amigos y compañeros y la impulsividad puede hacer que estos niños den respuestas más agresivas u hostiles cuando se les presente un problema en su grupo.
A veces puede costarles tomar un poco de perspectiva hacia ciertos problemas, lo cual influye en que se pueda sentir más o menos empatía por la otra parte.
3º Dificultades en la autorregulación emocional:
Ésto puede abarcar el exceso de expresión de emociones negativas de una forma un tanto agresiva, la disminución en la tolerancia a la frustración o la falta de empatía.
Así mientras se juega por ejemplo, los niños pueden mostrarse más dominantes o demostrar más actitudes negativas hacia sus compañeros.
Es importante prestar atención a estas situaciones en las que el niño pueda experimentar rechazo o dificultad para relacionarse, pues su forma de comportarse con los demás y lo que reciba por parte de sus amigos influirán positivamente en él, dando lugar a una autoestima más fuerte y mayor empatía o por el contrario, influir negativamente dando lugar a una mayor falta de confianza en sí mismo, malos resultados académicos o incluso otras dificultades añadidas como el consumo de sustancias.
Por tanto…
¿Cómo podemos ayudarles?
1º Plantear situaciones hipotéticas: de manera informal podemos hablarles de ciertas situaciones en las que a una o más personas se les plantee un problema o conflicto y preguntarle y debatir sobre cómo actuaríamos.
2º Hablar de las emociones: de manera natural debemos expresar en la medida de lo posible nuestras propias emociones, hablar de ellas e invitar al niño a que también lo haga. Es la mejor forma de conocer lo que se siente y expresarlo de la mejor manera, pues les estamos entrenando en la habilidad de expresar lo que sentimos teniendo en cuenta a los demás.
3º El mejor ejemplo comienza en nosotros: puede ser difícil mantener la calma en algunas discusiones, pero si nos mantenemos firmes empleando un discurso asertivo y respetuoso nuestros hijos o alumnos tomarán ejemplo de nuestra propia autorregulación emocional.