El mindfulness es la capacidad de concentrar nuestra percepción en el aquí y ahora. A veces, a las personas con TDAH les resulta difícil sentarse y meditar. Por eso, proponemos el mindfulness en movimiento. Aprende con nuestro post a hacer mindfulness mientras das un paseo o comes una naranja.
El mindfulness nos suena a todos como esa cosa guay que todos hacen y que presume de cambiar la vida. Consiste en sentarse, pararse, conectarse con el ahora. Una muy buena herramienta para practicarlo es Headspace, una aplicación de meditación guiada en la que encontrarás variedad de ejercicios (de momento, únicamente disponible en inglés).
El mindfulness puede definirse como la capacidad para prestar atención a la experiencia del momento presente (pensamientos, emociones y sensaciones corporales): de forma intencional, momento a momento, y sin establecer juicios de valor. Y es muy recomendable para niños y adultos con TDAH, porque mejora las habilidades de atención y reduce la impulsividad. Pero nos encontramos con que a algunas personas no nos va bien sentarnos, cerrar los ojos y concentrarnos en el aquí y ahora así. Así que venimos a decir que el mindfulness, primero de todo, no se funciona para todo el mundo. De la misma manera que no a todo el mundo le gusta la tortilla de patatas. O, dicho de otra forma, a algunos nos gusta la tortilla de patata con cebolla, a otros con calabacín, a otros muy hecha, y así.
Por eso os queremos proponer otra forma de hacer esa tortilla que tan bien nos sienta. Y esta fórmula consiste en: MOVIMIENTO.
Mindfulness en movimiento
¿Qué es? Se trata de generar este foco en el momento actual mientras nos mantenemos en acción. Es decir, abandonamos el concepto de mente en blanco para adoptar la idea de un pensamiento consciente en cada momento. Esto puede ser comiendo una naranja o saliendo a la calle. Elige la forma en la que te sientas más cómodo. Aquí te desarrollamos el funcionamiento de estas dos opciones, pero hay tantas como cosas para concentrarse en la vida.
1) Mindfulness con una naranja
Qué necesitas:
– Una naranja (podemos hacerlo con cualquier fruta).
– Un cuchillo.
– Estar en un espacio tranquilo.
Coge la naranja y mírala. ¿Cuántos colores ves? ¿Cómo se siente su peso en tu mano? ¿Qué tacto tiene?
La llevamos a nuestra nariz… ¿A qué huele?
Coge el cuchillo y comienza a pelarla. Presta atención a la presión del cuchillo con la piel de la naranja. Trata de pelarla de distintas maneras: primero, sin dejar que se caiga el corte, luego, prueba a cortar muy fino, más grueso, a pequeños cortes… Siente la diferencia cada vez.
¡A comer! Puedes cortarla de diferentes formas o comértela directamente. Da igual cómo lo hagas, lo interesante es que lo hagas siendo consciente del sabor, de la textura, etc.
Y ya estaría el mindfulness con una naranja. ¿Cómo te sientes? Seguramente, más calmado y más lleno.
2) Mindfulness en zapatillas
Sal a la calle, al jardín, al bosque…
Sé consciente de tus pasos. ¿Qué oyes? ¿Oyes el crujido de las hojas bajo tus pies o el murmullo de la gente en el bar? No te fijes en las palabras, pon tu atención en las voces, en los sonidos, en la forma en que todo suena.
Mira arriba, abajo, a los lados con calma. Fíjate en los pequeños detalles y date cuenta de cómo tú estás andando entre todo eso, de cómo tus ojos pueden verlo todo.
Sigue caminando y fíjate ahora en los olores y las sensaciones. ¿Hace calor? ¿Huele a pan recién horneado o a hierba fresca? ¿Qué siente tu piel?
Puedes prestar atención a los colores. Como en un juego, ¿qué colores ves? ¿Qué sensación te producen?
Sigue andando y céntrate en tus movimientos, en tus percepciones. ¿Cómo te sientes? Esto es mindfulness en movimiento.
Una respuesta