Aunque no es el primer post que hacemos sobre salud mental en el aula (ya hablamos en su momento de TDAH en el aula), hoy queremos volver a dar algunas pautas y recomendaciones que nos parecen importantes. Se acercan las vacaciones de navidad y, con ellas, los exámenes finales del primer trimestre (en España). Nos parece fundamental que como profesionales en educación reflexionemos sobre salud mental en el aula y aprendamos, dentro de lo que nos permiten los recursos disponibles, cómo intervenir y ayudar a nuestros alumnos.

La salud mental continúa sendo un tema pendiente en el aula. En ocasiones, no se forma lo suficiente al profesorado. Pero además la falta de tiempo y las aulas masificadas no ayudan a la situación. Por supuesto, somos conscientes de que es un cambio que depende, además, de la concienciación social y de la legislación educativa, pero nosotros queremos aportar nuestro granito de arena.

 

Salud mental en edad escolar: mucho más que buenas notas.

No es raro encontrar a lo largo de las redes mensajes que explican que la educación se da en casa y la formación en el aula. Como si éstos fuesen dos ambientes en los que nuestros hijos deben centrar su atención en cosas distintas. Y este es el primer error en el que caemos: los centros educativos no están ahí únicamente para que los más pequeños saquen buenas notas. Evidentemente, en el colegio estudian materias, hacen exámenes, aprenden sobre diferentes temáticas… Sin embargo, durante gran parte de su vida, el centro educativo será el segundo ambiente en el que estará más tiempo. Para nosotros, pensar en dividir dónde un niño recibe educación en valores y dónde no, es poner puertas al campo. Nos educamos y aprendemos en todos los ambientes en los que nos desarrollamos: en casa, en el colegio, con nuestros amigos, copiamos el ejemplo de otras personas por la calle… cada estímulo nos enseña algo y no podemos evitarlo. No podemos dividir cada espacio de la vida de nuestros hijos ni podemos hacer que aprendan o no aprendan un contenido según el espacio donde esté.

El concepto que tenemos del centro educativo en este sentido, hace que en muchas ocasiones, pensemos en los los buenos resultados académicos (las notas) como objetivo final de la estancia de nuestros hijos en el centro. Y esta visión hace que, en muchas ocasiones, el mayor indicativo de que nos encontramos frente a un problema sean las dificultades de rendimiento escolar. La sociedad necesita dejar de ver que el objetivo final de la estancia de los niños y adolescentes en colegios o institutos son las buenas notas para empezar a estar atentos a otras circunstancias que podemos ver en clase y a las que, a veces, nos cuesta prestar atención: emociones, habilidades sociales, relaciones con los demás, conductas autodestructivas o nocivas para sí mismos o el resto… No podemos decir que, al final, el rendimiento escolar no sean un indicativo de que hemos de estar atentos, pero cuando hablamos de salud mental en el aula, también nos referimos a esos niños o adolescentes que, aún con un buen rendimiento escolar, muestran comportamientos o síntomas que pueden dar lugar a la necesidad de intervenir y ayudarles a mejorar.

Cambios que nos preocupan

Como decíamos anteriormente, no se trata de ignorar su rendimiento escolar por completo, si no de también estar atentos a otros cambios. Hemos generado una lista con algunos de los cambios a los que tenemos que estar atentos, siempre teniendo en cuenta que éstos deben ser cambios significativos y que no estén en consonancia con la etapa evolutiva en la que se encuentra la persona de la que hablamos:

 

El bullying, uno de nuestros grandes problemas.

En las últimas entrevistas realizadas a familias con hijos con TDAH, el acoso escolar ha sido uno de los principales protagonistas. Necesitar apoyo en salud mental ya sea por tener trastorno de conducta, TND, TDAH, Trastornos de Ansiedad, etc. hace que sintamos la necesidad de adaptarnos a un ambiente que, en realidad, debería adaptarse a nosotros. La educación que recibimos sobre salud mental es muy deficiente y los mitos y el estigma presentes en la sociedad no ayuda.

Tanto la presencia de un trastorno mental puede fomentar el acoso escolar hacia la persona que lo padece, como el propio bullying puede generar trastornos de ansiedad o depresión en los alumnos de un centro educativo. Por ello es importante, que además de estar atentos a la cambios anteriores, también seamos conscientes de la importancia de realizar un seguimiento de las relaciones entre alumnos, educarles para decir no al acoso escolar y darles los recursos y el apoyo necesarios para cambiar las cifras de bullying que existen en nuestro país.

Después de la sospecha

¿Crees que algún alumno puede necesitar tu ayuda? Una vez tenemos sospechas de que les pasa algo ¿qué hacemos?

Lo ideal es ponernos en contacto con el equipo o departamento de orientación del centro. Juntos, podéis poneros en contacto con la familia para ver si ellos han notado un cambio o si hay alguna situación familiar que debamos saber. A partir de aquí, lo mejor será evaluar la situación, estudiar el caso y recomendar a la familia próximos pasos a seguir. Aunque son el departamento de orientación y los profesionales que trabajan con el alumno los que conocen los recursos disponibles, es ideal que como profesores o maestros nos mantengamos al tanto del caso y que pidamos, en caso de necesitarlas, las recomendaciones necesarias para intervenir en el aula. ¿Hemos de adaptar actividades o exámenes? ¿qué podemos hacer para incluir a esa persona en el grupo? ¿a qué debemos estar atentos? ¿qué podemos hacer desde nuestra posición?

 

En salud mental, todos debemos actuar para apoyar a la persona que lo necesita.

 

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